El
primer recuerdo que tengo de Espido Freire es a través de su novela Irlanda. Yo estaba estudiando en la
universidad y entre los libros que pululaban por mi mochila también algunos
títulos de Rosa Montero y mucha poesía, por ejemplo la de Mario Benedetti.
Normalmente
los argumentos de los libros se me borran cuando los acabo pero no la huella
que ellos hacen en mí y eso me pasó con la primera novela de Espido, que no soy
capaz de recordar el argumento ahora pero sí sé que me impactó mucho. Esa
emoción contenida, ese momento en el que algo te perturba (da igual el motivo)
hizo que volviera a ella cuando al año siguiente ganó el Premio Planeta con Melocotones helados.
Tras
ese segundo título continué buscándola en prensa y ya con las redes sociales seguí su pista por Facebook.
(Imagen de la web del Diario Vasco)
Fue a través
de ellas cuando en junio del año pasado leí que iba a hablar de los trastornos de
la alimentación en un curso de verano que organizaba la UNIZAR. ¡Y me apunté!
El tema general del curso visto desde fuera ya me parecía muy interesante “Psicopatología del
adolescente”. Cogí mi maleta, dejé a los míos en tierras murcianas y me dediqué
a disfrutar del placer de ser alumna de nuevo en la universidad ¡cosa que os
recomiendo! Aprendí muchísimo en el curso tanto de Espido como de los demás
ponentes, entre los que estaba Javier Lozano que nos habló del TDAH.
Tengo
que reconocer que no creo en los psicólogos pero sí en los psiquiatras y
escuchar a los doctores Mariano Velilla y Pedro Ruiz Lázaro me ayudó mucho.
Hizo que este año me acercara de otra manera a mis alumnos y pudiera entender
mejor algunos de sus comportamientos. Por desgracia las patologías relacionadas
con la alimentación están muy presentes en nuestras aulas y mi mente cambió
tras el curso: ya no tenía que animar a mis alumnas a comer ni debía restar
importancia a su estado, había que ponerse en su lugar y entender su
sufrimiento.
También
me ayudó volver a Espido y leer Quería
volar: Cuando comer era un infierno, libro que recomiendo a profesores y
alumnos.
Estar
en Teruel durante el verano de 2014 me dio alas y este año decidí repetir
experiencia, ya tenía ganas de hacer un curso de creación literaria…
¿Y por
qué con Espido?
Espido
tiene tres cosas que me encantan:
1º. Escribe
libros maravillosos.
2º-Se
la ve una mujer muy inteligente que sabe comunicar y llegar al auditorio que la
escucha, que no es capaz casi de pestañear mientras ella habla. Puede empezar describiendo los tipos de héroes
y acabar hablando de Belén Esteban y es simplemente genial.
3º Y para mí Espido posee un componente mágico, una
presencia, un saber estar que no es común a todos los escritores que conozco. Engancha.
Me encanta por su dualidad: tiene un aspecto frágil pero a la vez se adivina en
ella una mujer muy fuerte. Siempre me sorprende con su discurso y además sabe
motivar al alumno. ¿Se puede pedir más?
El
balance que hago ya en casa no puede ser más positivo.
Reconozco
que los días que duró el curso dormí muy poco, me metía en la habitación de la
residencia hiperestimulada con muchas preguntas en torno a mis historias y
hacia donde quiero ir como escritora.
La
inspiración estaba flotando en el aire ¡tenía que atraparla como fuera! No pude
escribir un relato completo, que era el reto que me marqué antes de viajar a
Teruel, pero saqué algunas ideas y un pequeño cuento.
Las
clases de Espido y Mila me ayudaron mucho a romper con el bloqueo creativo que
llevaba arrastrando bastantes meses. Me hicieron darme cuenta de que no me
puedo permitir tirar la toalla y dejar de luchar por mis sueños. Bueno, y también
me han servido para ver símbolos por todas partes: en los anuncios, en Acacias
38, en otras series como The Big Bang Theory…
Así que
el verano que viene, si la salud me lo permite, espero poder repetir
experiencia en otra universidad distinta ¿tal vez la del País Vasco? ¡me
encanta el norte! Para poder seguir volando gracias a las enseñanzas de Espido.
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